Sentí tus brazos cansados de abrazarme,
pero no era cansancio lo que dolía:
eran tus ojos, que gritaban verdades
aunque tu voz callara.
¿Sabes por que?
Dice el cantante…
tal vez en otra vida me toque contemplar la aurora en tu cuerpo,
Desde aquel fatídico día,
me acompaña el rencor y el frío.
¿Me perdonas por no haber estado a tu altura?
Y, entonces decidistes quedarte,
no en mí,
sino en ese espacio eterno,
en la plenitud de lo que eres,
mientras yo buscaba respuestas en el eco de tu ausencia.
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