jueves, 23 de marzo de 2023

Hno. Pedro

 

                                                              Hno. Pedro

El hermano Pedro de Betancourt es uno de los santos más amados y venerados de Guatemala y sus Islas Canarias natales. Su vida es un ejemplo de humildad, caridad y entrega a los más necesitados. Fundó la Orden de los Hermanos de Belén, dedicada a ayudar a los enfermos, los pobres, los huérfanos y los marginados. Pero, ¿Cómo este simple pastor canario se convirtió en el apóstol de Guatemala? ¿Qué camino tomó desde su isla hasta el corazón de América?

Pedro nació el 21 de marzo de 1626 en Vilaflor, un pueblo al sur de Tenerife. Era el menor de cuatro hijos de un matrimonio fundado por Amador González Betancur y Ana García Manrique, descendiente de Jean IV de Béthencourt, el conquistador normando de Canarias. infancia para amar a Dios y al prójimo. Pedro ayudaba a sus padres con las labores del campo y el pastoreo, pero también tenía curiosidad por aprender a leer y escribir. Sin embargo, no pudo ir a la escuela por falta de recursos.

A los 23 años se sintió llamado a dedicar su vida a Dios como sacerdote o religioso. Con el apoyo de su familia, decidió emprender un viaje al continente americano, donde esperaba encontrar mejores oportunidades para estudiar y cumplir con su vocación. En 1649, navegó desde Santa Cruz de Tenerife a La Habana (Cuba), donde hizo una breve escala antes de continuar su camino a Veracruz (México). Allí se quedó unos meses como jornalero para pagar su pasaje a la Ciudad de México.

Sin embargo, su camino no fue fácil, luego de dos años navegando en diferentes puertos, llegó a La Habana, Cuba, donde contrajo una enfermedad que lo llevó al borde de la muerte. Fue bien recibido por los franciscanos, quienes lo cuidaron y le enseñaron sus primeras letras. Allí también conoció a un sacerdote guatemalteco, quien le habló del país centroamericano y lo animó a ir allí.

Pedro se recuperó milagrosamente y decidió continuar su camino a Guatemala. Llegó a Santiago (hoy Antigua) en 1651 y fue al convento franciscano a solicitar un puesto de novicio. Sin embargo, las dificultades para leer y escribir le impidieron ser aceptado como hermano mayor. Luego eligió convertirse en fraile franciscano (laico consagrado) y tomó el nombre de Pedro de San José.

En la capital mexicana, trató de ingresar al Colegio Seminario Tridentino para asistir a la iglesia, pero no fue admitido porque no sabía latín y no tenía una educación adecuada. Desilusionado pero no derrotado, decide continuar hacia el sur con la esperanza de encontrar otro lugar donde pueda cumplir su sueño. Así, se dirigió a Oaxaca (México), donde conoció al obispo Bartolomé Bohórquez Jiménez, quien se ofreció a acogerlo en su diócesis.

Sin embargo, Pedro no se quedó mucho tiempo en Oaxaca. En 1650 supo que había una expedición a Guatemala al mando del capitán Francisco Antonio Pacheco Maldonado. Pedro se enroló como soldado voluntario con la intención de venir a esta tierra, que describió como rica en recursos naturales y habitada por indígenas ávidos de recibir el Evangelio.

Después de muchos meses de viajar por mar y tierra, Pedro finalmente llegó a Santiago de los Caballeros (ahora Antigua Guatemala), la capital del Reino de Guatemala que cubría toda América Central desde Chiapas hasta Costa Rica, allí intentó de nuevo entrar en el seminario diocesano para estudiar Teología, pero fue nuevamente rechazado por sus deficiencias académicas, sin embargo, Pedro no se desanimó ni abandonó su objetivo de servir a Dios ya los demás.

Se puso bajo la guía espiritual del padre Francisco Gallegos, un fraile franciscano, quien lo animó a ingresar en el cercano convento franciscano como convento seglar universitario.

Así lo hizo Pedro en 1651, tomando el nombre religioso de Pedro San José Betancur, en honor del patriarca bíblico José, el virgen esposo de María Santísima.

Tercera Orden Franciscana, Pedro vivió una vida austera y penitencial, dedicada a la oración y al trabajo manual. Pero, sobre todo, se dedicó con generosidad y compasión a servir con heroica caridad a los más necesitados. Visitó hospitales, prisiones, asilos de locos y casas particulares donde vivían los enfermos o los pobres. También se encargó de enseñar el catecismo y las primeras letras a niños abandonados o marginados por su raza o condición social.

Su vida en Cuba fue corta pero ajetreada, desde que llegó allí en 1649 tras dejar su natal Tenerife y enfermar gravemente allí.

El hermano Pedro de Betancourt fue un monje y misionero español que fundó la Congregación de los Hermanos de Belén en Guatemala, para servir a los pobres, los enfermos y los niños. Su vida en Cuba fue corta pero intensa, pues llegó allí en 1649 tras dejar su tierra natal de Tenerife y allí cayó gravemente enfermo. 

Pedro se recuperó milagrosamente y decidió continuar su camino a Guatemala llegando a Honduras, posteriormente caminó hasta llegar a Santiago (hoy Antigua) el 18 de febrero de 1651 y fue al convento franciscano a solicitar un puesto de novicio. 

Sin embargo, las dificultades para leer y escribir le impidieron ser aceptado como hermano mayor. Más tarde eligió convertirse en fraile franciscano (laico consagrado) y tomó el nombre de Pedro de San José, en este periodo de formación comenzó en 1613, tomando el 14 de enero de 1655 el hábito y profesando en 1614 el 21 de diciembre, los días jueves salía del obraje y tenia por objeto recorrer el Viacrucis, para lo cual tomaba una cruz y con ella a cuestas iba rezando las estaciones hasta llegar al Calvario, para posterior pasar por el Convento de San Francisco a escuchar misa y volvía al obraje.

Desde entonces se dedico al servicio de los más necesitados con heroica caridad, visitó hospitales, prisiones, asilos de locos y casas particulares donde vivían los enfermos o los pobres. También se encargó de enseñar el catecismo y las primeras letras a niños abandonados o marginados por su raza o condición social.

Las fundaciones se sucedieron desde 1667, encontrándose en primer lugar la del hospital para mujeres convalecientes en la misma Guatemala y a imitación del hermano Pedro, por parte de dos mujeres viudas: doña Agustina Delgado y su hija doña Mariana, estas dos mujeres tomaron el hábito de terciarias y en un principio ayudaban a los convalecientes del hospital masculino, lavando y remendando la ropa, cocinando, hasta que decidieron organizar su casa propia (será esto el antecedente de la rama femenina Bethlemitas).

Su obra más importante fue la creación de un hospital-escuela-capilla llamado Belén (en memoria del humilde nacimiento de Jesús), donde acogía a niños blancos, mestizos y negritos vagabundos por las calles sin ayuda ni esperanza. Allí les dio alimento, vestido, medicina, educación religiosa y civil.

Para apoyar este trabajo, contó con la ayuda de otros franciscanos que compartían su espíritu e ideales, así nació la Orden de los Hermanos de Betlemitas (o Bethlemitas), reconocida oficialmente por el obispo Francisco Marroquín en 1656.

Hermano Pedro también construyó otros centros de apoyo, como dormitorios para sacerdotes pobres o estudiantes universitarios; un hospital de enfermería; una ermita dedicada al Santo Cristo del Calvario; refugio para mujeres arrepentidas.

Su santa reputación se extendió rápidamente por toda Guatemala y más allá. Muchas personas buscan en él consejos espirituales o milagros para sus dolencias físicas o morales. El hermano Pedro fue un hombre humilde, contrito, orante y lleno de amor a Dios y al prójimo.

Murió el 25 de abril de 1667 a la edad de 41 años tras una breve enfermedad. Fue enterrado en la iglesia del convento franciscano, donde hizo sus votos.

Su canonización comenzó en 1687 pero se retrasó varias veces hasta que finalmente fue beatificado por el Papa Juan Pablo II en Roma el 22 de junio de 1980 y por el mismo Papa. Fue canonizado en Guatemala el 30 de julio de 2002.



Bibliografía 

Ruiz de Villarias Fernández, A. (2015). El venerable Pedro de Betancurt y la Compañía Bethlemítica . Madrid: Universidad Complutense de Madrid.